sábado, 22 de diciembre de 2012

El secreto es revolucionario


A la altura del siglo XXI, la reivindicación del secreto individual empieza a constituir una exigencia de carácter progresista, revolucionaria podríamos decir. Si negamos que los planetas giran alrededor del sol seremos objeto de escarnio y risa pero nada más, aunque en el futuro ya se verá quién ríe mejor pues hasta lo más evidente puede cambiar. Pero si la imposibilidad de disentir afecta a las costumbres, o a lo que entendemos comúnmente por moral, empezaremos a encontrarnos muy cerca de la tiranía. Sobre todo cuando para asegurar la unanimidad nuestra vida íntima, nuestros mismos pensamientos, puedan ser objeto de vigilancia e información.

Los jóvenes, los deportistas y los limpios de mente podrían darse el lujo de exhibirse sin complejos porque actúan conforme a los códigos dominantes.  El problema es que existen viejos, incluso de espíritu, enclenques y complicados que también tienen derecho a existir. En otros tiempos, además, y con otro orden de valores, eran precisamente los ancianos los que merecían el respeto de la sociedad, los deportistas se consideraban frívolos y poco viriles, y los hombres atormentados gozaban del beneficio de la sabiduría y la profundidad. Puede que los actuales sean mejores, pero ¿cómo se puede estar seguro? Desde el punto de vista mental, no cabe llegar a conclusiones acertadas sin pasar por la duda, el error y la tentación, que incluiría el deseo de oposición a la mayoría y la critica. También la indecencia y la inmoralidad desde el momento en que en los últimos siglos hemos creído que la mente es libre.

Si un ojo oculto pudiese entrar en cualquiera de estas fases previas, singularmente en la de la tentación, y las eliminase o reprimiese ¿cómo se podría llegar de manera libre al pensamiento correcto? Si se lograse controlar la mente, desaparecerían los hombres de la tierra para ser sustituidos por robots. Quizá sea nuestro final. Los hermanos de la antigua Inquisición escudriñaban de manera generalizada las vidas ajenas, se consideraban legitimados por las exigencias del Altísimo. La verdad es que actuaban chapuceramente mediante delatores que espiaban a través de las cortinas. Hoy día, en cambio, la tecnología permite acceder a la más oculta de las relaciones personales, conversaciones y deseos sexuales. Las redes sociales, vehículo actual de socialización de las masas, prescinden de zarandajas teológicas: chismorrean y hunden a los demás en función de exigencias del interés público, es decir, la chabacanería y la ruindad.   

El daño para la personalidad individual de todo esto no puede ser más grave. En la guerra civil española, los señoritos se quitaron los sombreros y las corbatas, pues era indispensable pasar desapercibido, esconderse dentro de la mayoría. Al paso que vamos, todos los que se sientan distintos disimularán sus diferencias, y a la larga los seres libres desaparecerán. Desvelar lo oculto uniforma, pues todos seríamos imperfectos y sucios Reivindico el secreto, allí reside mi pecadora individualidad. 

sábado, 8 de diciembre de 2012

¿Es Rajoy independentista?



Desde algún tiempo, participo en un ciclo de conferencias y coloquios bajo el título “¿Hacia dónde va España?” Hasta el momento he sacado las siguientes conclusiones, nada optimistas:

Primera.- Los independentistas han ganado las elecciones en Cataluña. Una cosa es que Mas haya hecho el ridículo, y otra bien distinta es que sus planteamientos no hayan sido acogidos por una mayoría, casi apabullante, de los electores.  A la vista del resultado, en poco tiempo nos encontraremos con la reivindicación de un referéndum. De nada servirán las apelaciones a la legalidad cuando un sector, al menos significativo, de la población desea otra cosa.

Segunda.- Los partidos españoles no tienen, hoy por hoy, nada que hacer. Alicia Sánchez Camacho, por su propia personalidad, no es capaz de conectar con la burguesía catalana.  Es vista como un personaje populista antes que otra cosa. Y el Partido Socialista, alejado de sus bases obreras, no tiene nada claro cuáles son sus reales objetivos. ¡Qué lástima que Albert Rivera no sea el dirigente del PSC!

Tercera.- No nos engañemos, si Cataluña se separa, surgirá inmediatamente el problema vasco. Y a medio plazo el navarro y el balear. Luego, hay tantos locos que Canarias, incluso Andalucía, pueden deslizarse por la espiral soberanista. ¿En qué nos convertiremos? En España existieron un día las taifas pero ya Nostradamus señaló que somos un país tan desgraciado que la historia se volverá a repetir. 

Cuarta.-Es cuando menos dudoso que una Cataluña independiente sea apartada de la UE. Jugar con esa idea es peligroso, será muy difícil que un país de su potencialidad económica y su enclave continental pudiera ser aislado por algo más de un tiempo prudencial.

Quinta.- La opinión pública española no se siente realmente concernida por el problema. Ya Ortega decía que los países  que carecen de proyectos e ideas eligen sistemáticamente a los peores hombres, los más incompetentes, para dirigirlas. Rubalcaba  no tiene, al menos por el momento, un proyecto coherente y único. En cuanto a Rajoy, muy a la gallega, ha optado por el silencio, por una política de perfiles bajos. Esos perfiles no sirven de nada, hay que combatir con grandeza adelantándose al contrario en el terreno de la táctica y el de la estrategia.